domingo, 15 de enero de 2012

Cambios estructurales y no cosméticos (I)


Me parece, de acuerdo a mi percepción, que la referencia que el ahora Presidente de Guatemala, Otto Perez Molina hizo en su discurso de toma de posesión con respecto al cambio como herramienta para la construcción de una nueva realidad social enfatizándola como un; cambio profundo, estructural y no un cambio cosmético, fue la parte medular de todo el discurso. Ahora bien, ¿fue este el típico discurso del político o politiquero tradicional guatemalteco? o ¿fue el discurso del político consciente de la realidad histórica nacional en busca de una solución? Las respuestas a estas interrogantes serán palpables o evidentes al transcurrir los días o al final de su mandato presidencial. En su discurso el presidente Otto Pérez Molina se refirió a Guatemala como un país al borde de la quiebra moral y económica, aunque  si se toman en cuenta todos los indicadores que miden el progreso, el desarrollo de una nación, no resulta muy difícil inferir que Guatemala ya traspaso ese umbral y que es en efecto, como dicen algunos, un Estado fallido. Guatemala es un país sumergido en el fondo del abismo que no se puede arreglar con parches o curitas (band aids, como dicen los gringos) No, Guatemala urgentemente necesita cambios radicales, cambios profundos que modifiquen la totalidad de las estructuras de poder en lo político, económico y social del Estado y de la sociedad guatemalteca en general. Guatemala como lo dice el compañero Luciano Castro no necesita de cambios institucionales o de personas. El presidente como un político capaz lo sabe perfectamente. Lo que queda por ver es si él tendrá la suficiente voluntad política, el coraje (patrióticamente hablando) como para comprometerse decididamente y remando contra corriente para rescatar a Guatemala de las garras de las fuerzas oscuras que se oponen a todo cambio que atente en contra de sus intereses. Está por verse, si en verdad la época del cambio ha llegado, si el nuevo Baktún se materializara efectivamente. Marvin Najarro

A continuación, en la primera de tres entregas, el profesor Luciano Castro Barillas comenta sobre tan crucial tópico.



“IMPULSAREMOS CAMBIOS ESTRUCTURALES Y NO
COSMÉTICOS” DIJO EL NUEVO PRESIDENTE
DE GUATEMALA, OTTO PÉREZ  MOLINA

Primera Parte


Por Luciano Castro Barillas


A las 16:00 horas, del sábado 14 de enero de 2012,  juró como nuevo presidente de Guatemala el general Otto Pérez Molina, en una instalación de la zona 13 capitalina llamada Domo. El discurso de toma de posesión empezó con una altisonante declaración, con el acento y tono propio de la voz de mando de un militar: ¡La época del cambio ha llegado, empieza ahora”. Todo pudo haber quedado en una simple frase de agitación política, destinada a motivar a sus seguidores, sin embargo, en el transcurso de su intervención, fueron surgiendo declaraciones políticas muy interesantes y posiblemente inquietantes para la clase empresarial y sectores más conservadores, quienes lo acompañarán en su esfuerzo de gestión gubernativa por hacer de Guatemala un país mejor. Entre las expresiones que se pueden mencionar y que quizá sea la más destacada de todo su discurso, pero dicha brevemente y sin remarcación, está si afirmación de que  (…) impulsaré cambios estructurales y no cosméticos”. No deja de ser sorprendente lo dicho, proviniendo de una persona encasillada en la filiación de la derecha, quien por lógica personal y programática no debería hablar de transformaciones estructurales, concepto y acción política propia de las organizaciones de izquierda y revolucionarias. Ahora bien, asunto por averiguar es si los cambios estructurales de que él habla son realmente estructurales o institucionales, no necesariamente de la base o estructuras de la sociedad. Esta expresión proviniendo de él, puede decir mucho, poco o nada, dependiendo del enfoque sociológico, económico y político de estructura. Pero en fin, lo dicho, dicho está.

Del tema fiscal, del que Guatemala tiene en América Latina la base tributaria más baja (12% del PIB), y el sector poseedor de la sociedad es el que menos o nunca tributa, dijo que impulsaría una tributación equitativa, lo que equivale a decir que los ricos paguen más y los pobres menos. En Guatemala el fenómeno fiscal se da a la inversa. Habló, pues, de retomar las negociaciones del Pacto Fiscal para crear una justicia tributaria, porque también no tiene opción: el país es ya totalmente inviable financieramente si no se modifica el actual modelo fiscal. Invocó también los principios de la sencillez, la humildad y la austeridad en su gestión de gobierno (lo cual no se refleja en un hecho baladí pero digno de consideración: la ropa adquirida por el presidente y la vicepresidenta son de casas exclusivas europeas italianas y francesas). Apeló a los buenos augurios de los ancestros mayas relacionando el Baktún maya, la nueva era, que precisamente empieza en el 2012. Habló que la nueva era de los mayas se reflejará en el país, donde habrá paz, esperanza y prosperidad. Reflexionó también que es una nación al punto del quiebre moral y económico, sumida en un desorden administrativo, financiero y mal manejo de sus programas sociales, con un sesgo político-clientelar que los desnaturalizó, un señalamiento de campaña que era inadecuado destacarlo en ese acto, por deferencia al presidente Alvaro Colom que, al final de cuentas, ya se iba y con el suficiente fracaso a cuestas como para echárselo en cara precisamente ante la comunidad internacional presente. Notoria fue la ausencia de los países que tienen gobiernos de izquierda en América del Sur, quienes no enviaron ninguna delegación (Venezuela, Brasil, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Argentina, estando sí presente la delegada de Cuba) mucho menos la presencia de sus presidentes, porque asunto por averiguar es qué realmente pasó con la presencia en Guatemala de Mahmud Ahmadineyad. Hay un velo de misterio, secretividad y hasta complicidad de la prensa que no volvió a tocar el tema. De igual manera ha sido tratado el bombazo en el aeropuerto, pese al amplio cordón de seguridad. Dijeron que una batería de un carro explotó cuando se transmitía carga a otro vehículo. Vaya usted a saber la verdad de este otro asunto, con que se inicia el gobierno de Otto Pérez Molina, lo cierto es que tuvo que haber sido una batería eléctrica de alta potencia porque destruyó tres vehículos.

Pese a hablar de cambios estructurales y no cosméticos, es fiel creyente de que sólo la actividad empresarial es la única capaz de producir riqueza (que tendría que entenderse los inversionistas y no todos los que intervienen en el proceso de producción social). De estos hablaremos en la segunda parte de las entregas de La Cuna del Sol.







Publicado por: Marvin Najarro
Ct., USA.

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