martes, 17 de abril de 2012

ARDIÓ EL COLCHÓN EN CARTAGENA…



 INTRODUCCIÓN


La carnal Cartagena (Washington Post) lujuriante se abrió de par en par para recibir a los berracos del servicio secreto estadounidense encargados de la seguridad del buen Obama. El incidente carnal en el que estos probos hombres que representan, según el morenazo presidente, al pueblo de los Estados Unidos y que por lo tanto  deben de observar las más altas normas de integridad y probidad, ha provocado todo un escándalo que ya se están llevando a cabo las primeras investigaciones para determinar el grado culpabilidad de los concupiscentes miembros del servicio-no tan secreto- de seguridad del presidente Obama. Claro que estos típicos machos americanos proveniente de una cultura en donde la industria del sexo (pornografía) como entretenimiento para chicos y adultos es generalizado no se podían quedar atrás y que mejor que un paraíso caribeño para mostrar sus dotes y de paso manifestar que como miembros del país más poderoso del mundo pueden disponer y hacer como les venga en gana en cualquier parte del planeta. El buen Obama, al parecer todavía con dudas ha dicho que de resultar ciertas tales acusaciones se “pondrá muy enojado.” No se sabe si su enojo alcanzará a madame  Clinton quien extenuada de promover las maravillas de la democracia norteamericana y de perseguir y asesinar tiranos por todo el mundo, decidió como toda una buena mujer, muy liberal, empinarse al más puro estilo macho una escarchada bala de plata; perdón, Aguila, por aquello de promover las bondades de los tratados de libre comercio. Lo cierto es que el escándalo que se ha generado en Washington no ha causado ningún revuelo en Cartagena, pues como lo dijo un ejecutivo de la industria de la seguridad en Colombia, (…) la prostitución es parte de la cultura de la ciudad. Es decir, el plan de todo turista que viene a la ciudad, es buscarse una buena compañía. Marvin Najarro









ARDIÓ EL COLCHÓN EN CARTAGENA


Por Luciano Castro Barillas


Los del Servicio Secreto de los Estados Unidos encargados de la  inseguridad del presidente Obama, son los típicos muchachos norteamericanos masticadores de chicle, de gafas contra el sol para recatar el movimiento de los ojos, fornidos por el alto consumo de esteroides que les altera el carácter y el discernimiento y por eso resultan haciendo muladas al lugar donde los llevan, tal el caso de los soldados torturadores contra los detenidos iraquíes y más recientemente los cadáveres de unos talibanes que fueron usados como mingitorio; llegan realmente a esos periplos diplomáticos y políticos a hacer turismo, pero no del ecológico, cultural o histórico, sino del degradante; el turismo sexual. El sexo será siempre intrínsecamente interesante, valioso y una coherencia humana en tanto no se practique con prostitutas, porque entonces, sí que estamos desestructurados emocionalmente en todo sentido, o padeciendo de disonancia cognitiva o trastornos disociativos de identidad. El mundo, pues, reducido a un minimalismo básico de colchón y carne de dos mundos que se diferencias pero que se parecen. Los seres humanos del mundo desarrollado con otras de un mundo subdesarrollado y que al final ambos no sirven para nada. De allí que son serias las dudas sobre la idoneidad de ese personal y su sistema de reclutamiento por el Servicio Secreto encargado de la integridad personal del presidente de la nación más poderosa de la tierra. Estos muchachos pertenecen a la sociedad de la banalización y el consumo, productos genuinos de la subcultura de la televisión y el cine  norteamericano que los hace sentirse superhombres, los héroes de la serie televisiva  Los Hombres Vestido de Negro, o se afeiten las cabezas para imitar al musculoso Van Diesel y al intrépido Bruce Willis, aniquiladores de los peores villanos de la pantalla. Lo que no sabían estos zopencos gringos es que iban a ser vencidos por 11 putas colombianas, y no precisamente a puñetazos, sino con sus encantos servidos a domicilio. Estos del Servicio Secreto de los Estados Unidos, definitivamente, ven mucha tele y leen muy poco, porque de lo contrario no serían tan brutos. Pero visto desde otra manera, tales actitudes nos dicen, al final, la poca importancia que les merece a los políticos norteamericanos esta clase de encuentros políticos. Si algún interés hubo de los Estados Unidos y Canadá  -ambos países ricos-  fue venir a disfrutar del calor caribeño y de las aguas tibias y celestes del mar Caribe, lo demás infinitamente poco importante. Un momento de solaz para Obama después de tantas presiones electorales. La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo lo propio. Se fue el restaurante Havana a beberse unas frías y escarchadas cervezas donde bailó, gritó y se desenfadó de cuanta presión y remordimiento vive por la política imperialista de los Estados Unidos o por el amor contrariado que ha vivido con Bill Clinton, desde la audacia de ser un semental en la Casa Blanca. Los gringos se sintieron en su patio trasero. Estuvieron en un ambiente familiar. En casa de los primos, al punto que el moreno Obama pretextando el calor del trópico no usó corbata. Pero no es realmente un gesto en contra del atildado vestir. Es la real medida con que ve los Estados Unidos a América Latina. Y algo más, elegir el club Havana no es casualidad. No es algo aleatorio. Lo hizo la señora Clinton para recordar los años en que La Habana era el gran casino, el gran prostíbulo de los norteamericanos ricos y los gángsters y que, en ese momento transfigurada La Habana en Cartagena, podía disfrutar un espacio y lugar parecido, en un tiempo y lugar diferente: Colombia. Todavía pueden los norteamericanos ofender los norteamericanos con sus fantasías la dignidad de los colombianos, pues como dijera Ingrid, la prostituta colombiana a la cual no se le quería pagar sus servicios; ella no hizo otra cosa que darle unos veinticinco garrotazos con un palo de escoba al musculoso gringo masoquista, que de bruces en la cama y sin calzones, gritaba de placer.

Esos son los locos, pues,  que carga Obama en su selecto cuerpo de seguridad ¿o inseguridad?












Publicado por Marvin Najarro
CT., USA 

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