miércoles, 7 de noviembre de 2012

LOS NARCOCORRIDOS…




 Hernán Hernández, integrante de Los Tigres del Norte, entrevistado en España opinó sobre la censura a los corridos.

[…] yo creo que la censura no va a erradicar el narcotráfico; al contrario, yo creo que entre más se esconda el problema, más aumenta [..] el único que puede parar el narcotráfico es el gobierno y yo creo que nosotros no estamos contribuyendo a hacer famosos a esa gente ni estamos contribuyendo a que el narco aumente, sino todo lo contrario.

Por su parte, Jorge Hernández agregó.

Nunca ningún narcotraficante ni ninguna persona nos ha pedido canciones […] hay historias con el nombre de los narcos cambiados porque no quisieron que se publicaran, pero las historias son reales y ellos saben que de ellos se trata, no han tenido la necesidad de pagarnos ni nosotros admitir un dinero de ellos, de ninguna manera, porque no queremos compromisos [..] lo que si es que nos mandan notas que nomás dicen: “aquí estamos atrás de ustedes, cualquier cosa, no se preocupen, nosotros los cuidamos”. Y hasta ahí. Pero al final es el mismo público el que nos cuida, porque hemos hablado de sus problemas y de su vida cotidiana. (El Financiero, 2002)







LOS NARCOCORRIDOS NO SON NECESARIAMENTE
UNA APOLOGÍA AL DELITO

Por Luciano Castro Barillas


Las escalofriantes actividades criminales del narcotráfico en México han barrido, en primer lugar con las vidas humanas, con la siempre incierta seudo democracia mexicana, pero sobre todo, en los últimos años, con la cultura popular, con todos aquellas canciones o corridos que se ocupan de exaltar los hechos dignos de encomio de los héroes populares o sencillamente la exaltación ingenua de la vida cotidiana, que bien puede ser el amor o el trabajo agropecuario. Los corridos no tendrían por qué ser satanizados ni muchos menos prohibidos por las autoridades mexicana que rasgándose las vestiduras de la hipocresía culpan de la galopante criminalidad de los narcóticos o de apología al delito a los siempre bien ponderados corridos. El corrido como tal es una  vieja tradición que arranca de los romances españoles que recogen sentimientos, ideas, derrotas, dolores, traiciones y el imaginario popular los asume como su verdadera, fiel y legítima expresión. Los romances españoles, por cierto, no son nada original. Los españoles del siglo XI (año 1,000) se impresionaron tanto por los Cantares de Gesta franceses de la época del emperador Carlomagno que no pudieron menos que imitarlos, principalmente la gesta heroica de Roldán, cuando a trancazo y sablazo limpio en la Batalla de Roncesvalles ( año 778 d.c.) logró detener a los árabes que también querían desvirgar doncellas francesas y edificar alcázares en las llanuras de la antigua Lutecia. Pero si de originalidad se trata nos vamos a los troveros o trovadores de Francia, son herederos de la vieja tradición griega de los aedas que en la antigua Grecia recitaban acompañados de músicas los incomparables hechos de valor de sus dioses y sus héroes. Los corridos no son otra cosa que tradición oral, donde a falta de una prensa independiente que recoja los hechos trascendentes que los humildes son capaces de hacer. Los corridos desde siempre van dirigidos a los analfabetos que no compran la prensa sencillamente porque no la pueden leer. Así ha sido siempre. Los analfabetos de la posmodernidad, de la época de la delicuescencia del neoliberalismo, son los auditorios cautivos de la televisión, de los vídeos y de la Internet sin selectividad.

Y no por gusto siguen gustando los corridos. No por gusto Los Tigres del Norte, Los Broncos de Reynosa o Los Cadetes de Linares siguen hablando de La Banda del Carro Rojo o de Camelia La Tejana; porque los precede la vieja tradición corridista de La Valentina, El Siete Leguas, La Adelita o La Rielera. Los corridos prerrevolucionarios como los corridos revolucionarios mexicanos son antisistema. Son subversivos. Son iconoclastas e irreverentes. Están inclinados con los gustos del pueblo, gustos equivocados o no. ¿Acaso entre los sectores populares de Colombia Pablo Escobar Gaviria no es visto como un héroe popular por inundar a los Estados Unidos de cocaína? Son los primos ricos que no quieren a sus primos pobres, los latinoamericanos.

El corrido sigue y seguirá gustando por es hijo de la espontaneidad, por poseer un lenguaje, una música simple, una ingenuidad pura como todos los pueblos humildes del mundo. Los corridos son acomodaticios, se ajustan a las circunstancias. No tienen, realmente, temporalidad. Marchan al ritmo de los acontecimientos y, sin embargo, son un depósito vivo de memoria social. Los corridos son seductores y como dice un viejo refrán popular con respecto al amor: “Una pelo de mujer jala más que una yunta de bueyes”.

Los corridos no tienen culpa alguna de recoger la historia de los traficantes, ni son una apología al delito, ni tienen por qué prohibirlo las autoridades mexicanas de frente estrecha: siguen siendo el periódico al que el pueblo sencillo o analfabeto accede con facilidad. El corrido de Heraclio Bernal, de 1921, habla de lo mismo que se dice del Chapo Guzmán, con matices diferencias por el tiempo y el espacio:

                                                                Año de mil ochocientos,
                                                                noventa y dos al cantar,
                                                                compuse yo esta tragedia
                                                                que aquí les voy a cantar.

                                                                Estado de Sinaloa,
                                                                gobierno de Mazatlán,
                                                                donde daban diez mil pesos
                                                                por la vida de Bernal…

O sea, pues, dejémonos de mojigaterías: los corridos son cantos no solo para los héroes populares sino también para los bandidos. ¿Si no, por qué es tan popular El Ojo de Vidrio?

En fin, todo lo de los pobres, sea su trabajo manual o su trabajo intelectual lleva las de perder. Así ha sido y así será por mucho tiempo. Por eso es tan sabio aquél viejo refrán popular mexicano que dice:

                                                                “El amor que Dios nos dio,
                                                                él mismo lo ha recogido,
                                                                y sólo nos ha dejado
                                                                el pedo y el relinchido”.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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