jueves, 14 de febrero de 2013

EL ROTTWEILER DE DIOS…



Cuando Rstzinger fue elegido pontífice, el tendía a ser considerado como una versión menos anticuada, más agudo que Juan Pablo II, por una parte, perro de ataque ideológico, y por otra, un doctor, tomando el pulso de los fieles de la fe católica. Cuando se trató de los elementos más reaccionarios de la iglesia, el los cultivo y trató con entusiasmo.



EL ROTTWEILER DE DIOS SE VA


Por Binoy Kampmark
Counterpunch

El Papa, antiguamente conocido como Joseph Ratzinger, sencillamente quiere regresar a su primer amor: perseguir ratas. John Moe, tweet en febreo 11, 2013


“No hay y nunca ha habido en esta tierra, un trabajo de política humana que bien merezca una examinación como la Iglesia Católica Romana”. Así lo escribió  Thomas Babington Macaulay en su conocida reseña del gigantesco trabajo de  Leopold von Rankes The Ecclesiastical and Political History of the Popes of Rome, during the Sixteenth and Seventeenth Centuries (1840). Semejante complejo organismo ciertamente demanda un escrutinio meticuloso, y cuando algo tan inusual como una renuncia Papal es anunciada, el gato ciertamente está destinado a encontrarse el mismo entre desprevenidas palomas.


El anuncio hecho por el Papa Benedicto XVI de que dejará de ejercer el cargo que había ocupado desde el 2005 fue un evento de enorme magnitud, sugiriendo que el anciano pontífice este deseando retornar a su escritorio para dar batalla en el fuerte contra el secularismo. Probablemente Dan Brown, olfateando algo que huela a conspiración paralelamente está garrapateando algo –La última vez que algo similar sucedió fue en 1415 cuando el Papa Gregorio XII renuncio. Ciertamente, los tweeters tienen muchos motivos para sentirse felices mofándose del Papa, algunos de una manera más elegante que otros. “El Papa está renunciando, probablemente desea pasar más tiempo con su esposa y familia”, opina Guy Nicolucci. Esto es lo que usted obtiene cuando entra en el mundo de Tweeter.

Cuando Rstzinger fue elegido pontífice, el tendía a ser considerado como una versión menos anticuada, más agudo que Juan Pablo II, por una parte, perro de ataque ideológico, y por otra, un doctor, tomando el pulso de los fieles de la fe católica. Cuando se trató de los elementos más reaccionarios de la iglesia, el los cultivo y trató con entusiasmo. Como lo reportó Neue Rheinische Zeitung (febrero 11, 2009), durante el papado de Juan Pablo II, Ratzinger, se encargó  de que un buen número de miembros del Opus Dei y de sus seguidores fueran electos al Colegio de Cardenales.

Benedicto XVI se encontró el mismo sosteniendo la escoba de la historia, limpiando los establos, reordenando los muebles y tratando con muchas cosas las cuales él hubiera preferido no hacer. Durante su papado, expertos en leyes consideraron la posibilidad de llevarlo a las cortes por complicidad administrativa en el caso de los niños abusados. Luego vinieron  las cuestiones de ser cabeza de Estado y responsabilidad  -¿era el hombre siquiera responsable en un sentido práctico, no digamos jurídico, por el daño causado a miles de seres humanos? “Ratzinger”, explico Jakob Purkarthofer, “fue parte de un sistema y corresponsable por estos crímenes” (Guardian, feb 11).

A la mente viene un ejemplo de la conducta del Papa cuando llegó el momento de confrontar el asunto del abuso infantil. Como cabeza de la Congragación de la Doctrina por la Fe, el entonces Cardenal Ratzinger ordenó que Fr. Lawrence Murphy, quien había asaltado sexualmente al menos 200 niños en Melwaukee St. John’s School  para sordos, abandonara el ministerio. Todo para bien, excepto que Murphy no fue expulsado del sacerdocio mucho menos castigado o enjuiciado vía medios legales formales. Por otra parte, nadie estaba particularmente interesado en escuchar a ninguna de las victimas sordas.

Las victimas de abuso a manos de los clérigos simplemente le recordaran a Benedicto XVI que fue bajo su pontificado que las revelaciones causaron escándalo. Algunos oficiales de la iglesia se irritaron, notablemente el Cardenal Sodano quien vio tales acusaciones como “chismorreos”. Como Papa, el Rottweiler de Dios pareció renuente a morder, mucho menos ladrar. Las historias son numerosas y abominables -incidentes en los que sacerdotes fueron cambiados de posición; casos donde promesas de mantenerse en silencio fueron hechas. Mathias Katsch del grupo NetworkB concernido con las víctimas del abuso de los clérigos alemanes afirmó que, “el imperio de la ley es más importante que un nuevo Papa”.

La singularidad de la Iglesia Católica, es una intencional extra-legal construcción. En términos de derecho penal, ley laboral y asuntos de subsidios de estado, el estatus de la iglesia en muchos países es de empleador y educador. Katsch ha llamado para que se ponga  fin a tal excepcionalidad, urgiendo a los legisladores alemanes a traer a la Iglesia Catolica dentro de los parámetros legales.

El legado de Benedicto es uno de leve promesa, revelaciones y sombras proyectadas por el pontificado previo. El Vaticano II había comenzado a desarrollar incrustaciones mohosas. Los curas en algunos países se están tornando cismáticos –siendo notable el caso austriaco tras las revelaciones de abuso infantil ahí. No es tanto una escoba lo que se requiere sino una total renovación.

Esto entonces, es una batalla hasta el final en términos de reconocimiento. “No importa cuán cansado o débil el Papa Benedicto pueda estar, él todavía tiene dos semanas para usar su vasto poder para proteger a los jovencitos”, insta Barbara Dorris del grupo de protección SNAP (Survivors Network of those Abused by Priests). Esto, por decirlo suavemente, equivaldría a un eufemismo, pero ¿qué se puede esperar cuando se le pide al lobo reformarse ante las ovejas? Cualquier resultado esta destinado a ser insatisfactorio.




Traducido del inglés por Marvin Najarro



Binoy Kampmark se desempeñó Como Commonwealth Scholar en Selwyn College, Cambridge. El enseña  en RMIT University, Melbourne. 









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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