miércoles, 13 de febrero de 2013

TEMPORADA DE CAZA



Finalmente y como se había anticipado la temporada de caza o la cacería desatada contra el rebelde ex policía de los Ángeles ha llegado a su final, con el acorralamiento y posterior ejecución  de Christopeher Dorner quien fue quemado vivo dentro de una cabaña en la zona de Big Bear. Toda esto ocurría en el preciso momento en que el presidente Obama pronunciaba su discurso sobre el estado de la nación. Los sheriffs del condado de San Bernardino sabiendo perfectamente lo que estaban haciendo, quemaron vivo a Christopher Dorner. La vida y la muerte de él nos ofrecen una imagen mucho más clara del estado de esta nación que el discurso del presidente o el comentario de los serviles y cómplices medios de prensa. La brutalidad policial, el racismo y la irresponsabilidad política, la falta de oportunidades económicas y la muerte extrajudicial de todo aquel al que se considere un enemigo del Estado ponen a las claras el verdadero estado de la nación. Un millón de dólares fue el precio puesto a la cabeza de Dorner.



TEMPORADA DE CAZA


Por Marvin Najarro

No se trata de los lobos y coyotes en el estado de Montana, como tampoco, de los osos polares que encima de estar siendo diezmados por el efecto invernadero en su hábitat, ahora tendrán que sufrir las consecuencias de la ambición de  las compañías petroleras que están explorando en esas descongeladas aguas y quienes quieren tener el derecho para matar a los osos polares y a otras especies propias de ese ecosistema y que viven en las proximidades de las áreas de exploración petrolera. Su eliminación será categorizada como “incidental” e “insignificante” o como quien dice “daño colateral”, similar al que está provocando la cacería humana -próximamente a ser rodada por Holliwood- del ex policía del condado de Los Ángeles, Christopher Dorner, quien tiene en estado de pánico a todo el Departamento de Policía de Los Ángeles hacia quienes va dirigida su furia vengadora.

La implacable persecución desatada contra Dorner ya ha cobrado sus primera víctimas inocentes, entre ellas, dos mujeres latinas que trabajaban entregando periódicos y a quienes la policía abatió sin consideración de ninguna clase, solamente por el parecido de la camioneta que ellas conducían con la del fugitivo Dorner. Ellas y las otras dos mujeres muertas son únicamente víctimas del “daño colateral”, práctica común de la justicia americana, sea en Paquistán o Afganistán o, en cualquier calle de una ciudad norteamericana brutalizadas por el poder y la violencia policial. Después de todo así es como funciona América. Las muertes indebidas son necesarias cuando lo que se persigue es el interés y la seguridad de la nación, así lo proclama el gobierno. Alguien como Dorner  entiende muy bien el concepto del “daño colateral” pues él ha sido entrenado por el militarismo imperialista norteamericano.
Algunas veces necesitamos que muera gente inocente para que otras personas inocentes puedan estar seguros –o algo así nos ha dicho el comandante en jefe.

Es rutinario en una nación constantemente sacudida por los actos violentos de individuos el inmediatamente atribuírselos a desquiciados mentales, otro loco que ha cometido actos impensables, el hecho sobresale y habla por la persona, vean lo que ha hecho, de seguro que tiene que estar loco. Así lo entiende y acepta la mayoría del público ante la intensa campaña desinformativa de los medios de comunicación en concordancia y en relación simbiótica con el sistema.

Lo que ellos quieren, explican G. Ciccariello-Maher y Mike King en Counterpunch, es que usted vea simplemente a otro Adam Lanza, otro acto inexplicable, y cuando el hecho habla por el asaltante, las palabras son secundarias y no hay necesidad de escuchar. Pero esto no es y, nunca ha sido, una buena manera de entender la realidad. Lo que ellos quieren que usted olvide es la rareza pura de lo que esta pasando en Los Ángeles. Christopher Dorner supuestamente mató a un oficial de policía y a dos civiles. Este no fue el tiroteo al azar de un derechista tarado lamentando la perdida de la “Real America”. Aquí tenemos a un hombre con cosas muy buenas que decir a cerca de los demócratas liberales, un partidario de un estricto control de armas, un ex oficial del Departamento de Policía de Los Ángeles y reservista de la Marina, atacando a su propia institución a la que ha acusado de racismo, violencia y corrupción.

Aparte de todas la peculiaridades que rodean el caso del perseguido ex policía de la cuales los medios de comunicación han tomado y propagado solo aquellas que lo hacen parecer como un loco, en el fondo las acciones y las denuncias de Dorner hechas públicas en un manifiesto online tienen que ver con los males estructurales que plagan al DPLA, uno de los más brutales y corruptos de todo el país. No es que las denuncias hechas por Dorner sean una novedad, pues todo mundo, en especial las llamadas minorías, negras y latinas que habitan en los guetos angelinos lo saben y lo han experimentado en carne propia desde hace largo tiempo. Basta con platicar con cualquier persona que resida o haya residido ahí para enterarse de la realidad de la vida de esas comunidades bajo la vigilancia y la presencia de esa desalmada y racista fuerza policial. El escándalo que han generado las revelaciones de Dorner es que, vienen precisamente de alguien que como miembro del DPLA fue parte y testigo de la conducta criminal de ese cuerpo policial que, en muchas ocasiones, como en el caso de Rodney King, y el cual menciona en sus declaraciones, los policías involucrados en ese acto de brutalidad fueron promovidos no penalizados. “Soy un hombre que ha perdido toda su fe en el sistema, cuando el sistema me traicionó, me difamó y calumnió”, declara Dorner, quien fuera despedido por denunciar ante sus superiores los actos de brutalidad de sus compañeros policías. Él es un hombre -un patriota como él se define, no por su servicio militar sino porque está en su ADN- que ha mirado dentro del negro abismo de la corrupción y del que ha decidido vengarse, tratando de que el DPLA experimente lo que han sentido la victimas que el departamento ha perseguido.

Los parámetros de violencia sufridos diariamente por los pobres residentes de los Ángeles y que él ha presenciado lo ha llevado a responder, urgiendo: ciudadanos/no combatientes, no le brinden ayuda médica a los oficiales heridos/enemigos combatientes. Ellos no harían lo mismo por ustedes. Ellos dejaran que se desangren…no les rindan honores a estos oficiales caídos/basuras. Cuando los miembros de su familia mueren, ellos simplemente los ven como un extra tiempo extra en la escena de un crimen y en un perímetro. ¿Por qué tienen ustedes que valorar las vidas de ellos cuando claramente ellos no valoran las de ustedes ni las de los miembros de su familia? Las acciones del ex policía Dorner son vistas como heroicas y él es considerado un héroe entre esas comunidades que han sido el blanco de la represión y agresión racista de la policía de los Ángeles.

En definitiva no hay nada atractivo a cerca de las acciones desesperadas de un hombre que muy pronto será eliminado, pero al menos es nuestro deber tratar de comprender. Para ser claros y de acuerdo al estupendo análisis de  George Ciccariello-Maher y Mike King: La proclama de Dorner no es un manifiesto revolucionario y él ciertamente no captó la relación estructural entre ocupación y la brutalidad de DPLA, pero sus declaraciones y sus acciones son profundamente sintomáticas de un mal social que no menciona. Si el adagio, “tu cosechas lo que siembras” no fue el eslogan de la semana en la que fue asesinado en un polígono de tiro en Texas el impenitente francotirador Navy Seal, Chris Kile quien abrazó la deshumanización asesina de su profesión, esto es ahora innegable.

Dada su función social, el DPLA simple y sencillamente no puede ser otra cosa que brutal y racista, y como para demostrar el punto de Dorner, la respuesta, como lo prueba el caso arriba mencionado de las dos mujeres latinas, ha sido brutal, con un claro intento de matar sin tratar de identificar previamente a las víctimas. Tirar a matar a todo aquello que se mueva es la norma de un departamento de policía que ha estado a la vanguardia en su rol policial racista en los Estados Unidos desde el reclutamiento de policías blancos supremacista en los años 1960 que dieron lugar a los motines del vecindario Watts en 1965.

Al final y cuando todo el circo de la cacería  creada por los medios de comunicación haya terminado y se haga necesario un evaluación profunda de este último incidente, algo que tendrá que quedar muy en claro es, la inextricable convergencia entre las tácticas contrainsurgentes -y el daño colateral resultante- empleadas por los militares estadounidenses en varios países alrededor del mundo y las empleadas por la fuerzas policiales en su propio territorio. Como lo declaran G.Ciccariello-Maher y M. King, el violento traslape entre la guerra moderna y la acción policial interna, del cual Dorner es un extraño subproducto, es especialmente agudo entre los oficiales de policía que retornan como veteranos de Afganistán e Iraq. Los altos niveles de DSPT y violencia entre los veteranos en general, es amplificado, no solo a través de un trabajo que confiere poder, y algunas veces requiere el uso de fuerza mortal, sino porque los actuales métodos de patrullaje policial urbano se han entrelazado con los objetivos generales, lógica estratégica y la práctica diaria, de la contrainsurgencia.

Dorner no fue un radical, (la temporada de caza ha terminado, él fue encontrado, acorralado y quemado vivo dentro de una cabaña en la zona de Big Bear, en el momento en que el presidente Obama pronunciaba su discurso anual sobre el estado de la nación) pero, su corta historia, contrario a lo maliciosamente difundido por los complacientes medios de prensa,  no fue simplemente la de un hombre emocionalmente desbaratado o la de una venganza individual. Dorner fue el producto de la brutalidad y el racismo ordinariamente practicados y encubiertos por un departamento de policía corrupto. Esas son las cuestiones que dieron lugar a la rebelión de Dorner y que han resonado enormemente dentro de las comunidades que diariamente soportan la realidad de las acciones policiales. La simpatía y el apoyo que él recibió es un claro indicador de las estructurales y profundas desigualdades sociales que dieron lugar  a forjar la senda de la vida de Dorner y de su violento final. En un reciente artículo sobre Dorner el gran historiador radical Mike Davis, concluye con la siguiente interrogante. “¿Hay quien admire y celebre  a Dorner?” Lo peculiar es que, para bien o para mal, no hay manera de negar que la respuesta es, “si”.








Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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