lunes, 10 de junio de 2013

TURQUIA: EL POLICÍA DE LA OTAN


Las recientes multitudinarias protestas que están teniendo lugar en Turquía y que amenazan seriamente la estabilidad del autoritario, represivo y servil gobierno neoliberal, con rostro islámico, de  Recep Tayyip Erdogan y de su partido Justicia y Desarrollo (AKP), más que demostrar la inconformidad y la repulsa de los ciudadanos turcos con la demolición de uno de las pocas áreas verdes que quedan en Estambul, son en el fondo  protestas que tienen que ver con el papel desempeñado por Erdogan como fiel caballo del neoliberalismo privatizador de occidente, pero sobre todo, y aunque de esto los medios de prensa occidental no divulgan nada al respecto, es su postura pro imperialista en el conflicto en Siria, actitud que es rechazada por la mayoría del pueblo turco. Turquía aun no siendo parte de la Unión Europea -ha sido rechazada por Francia y Alemania- es miembro de la OTAN y con 24 bases militares de esa organización en su territorio, más su posición geoestratégica con relación al Medio Oriente, la convierten en la herramienta apropiada, el policía de la OTAN, para los planes intervencionistas neocoloniales de las potencias occidentales en la región, papel que Turquía bajo el gobierno de Erdogan ha cumplido con gusto, primero en Libia, ahora en Siria y luego probablemente cuando le llegue el turno a Irán. Después de dejar caer la máscara de su política de “cero problemas” con sus hermanos musulmanes de la región, el gobierno turco de Erdogan al momento de estallar la crisis en Siria no perdió tiempo para aliarse con los planes imperialistas de EEUU y la OTAN, exigiendo en concordancia con los deseos de estos, la renuncia de Assad quien de no obedecer enfrentaría graves consecuencias. Tras los últimos eventos en Siria, el gobierno del asediado Assad parece estar recuperando el terreno perdido, mientras que los últimos acontecimientos en Turquía parecen estar erosionando el poder de Erdogan, a quien ahora los cientos de miles de ciudadanos turcos descontentos con el abuso de poder y el entreguismo y el nuevo otomanismo de este, le están exigiendo la renuncia.



TURQUIA: EL POLICÍA DE
LA OTAN EN EL MEDIO ORIENTE


Por  Mostafa Zein
Global Research, agosto 15, 2011

Los Nuevo Otomanos, el brazo de la OTAN

La reputación de Turquía no tiene que ver con la historia de su imperio, a pesar de las teorías de su  Ministro de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, y de los intentos de renovación del Otomanismo y de retornar a las raíces del país y a su vecindario después de la ilusión del exilio en Europa. Tampoco su reputación tienes que ver con la historia de su ejército que la gobernó y reafirmó “su secularismo y su democracia” hasta que el Partido Justicia y Desarrollo (AKP, Adalet ve Kalkinma Partisi) llegó al poder, tampoco de la opresión a los kurdos prohibiéndoles hablar su propia lengua.

La reputación y el poder de Turquía tienen que ver con el hecho de ser la segunda fuerza militar en la Alianza del Atlántico Norte (OTAN). En otras palabras, es el brazo de Europa y de Estados Unidos en el Medio Oriente, por no decir el policía  encargado de resguardar los intereses de Occidente, sin ser aceptado en la Unión Europea a causa de su antigua y moderna historia islámica. Es bien conocida la presión que los Estados Unidos ha ejercido sobre la UE en favor de Ankara y que Francia y Alemania han sido los que más se han opuesto a su admisión dentro de la Unión Europea.

El policía del Medio Oriente tampoco fue aceptado en la región cuando los militares controlaban su destino político y habían adoptado una senda opuesta a las causa árabes, con la causa Palestina como su vanguardia. De hecho, los militares de Turquía fueron tan lejos, como sellar una alianza estratégica con el Estado hebreo con el objeto de confrontar cualquier intento de un levantamiento árabe.

Esta historia reciente no ha podido ser borrada por el líder del partido gobernante (AKP), Recep Tayyip Erdogan. Sus posturas sobre Shimon Peres  en el foro de Davos, al igual que su postura en la guerra de Gaza, fueron tan solo intentos en distinguirse de los europeos y norteamericanos buscando demostrar que él tenía un rol regional que jugar, sin que esto significara apartarse de los intereses de ambos, especialmente cuando se trata de cuestiones que impactan directamente su propia situación doméstica, tal el caso de su postura en la guerra de Iraq.

Con base en tal postura, Erdogan empezó a comportarse, desde el primer día de los eventos en Siria, como si fuera un “asunto interno de Turquía”. De este modo y sobre esta base el procedió a poner en práctica sus políticas. El organizó conferencias de la oposición siria y adoptó sus slogans. Además contribuyó a moldear a una opinión pública árabe e internacional opuesta al régimen sirio, haciendo uso de la presencia de los desplazados de  Jisr Al-Shughur en suelo turco en las proximidades de la frontera siria.

Erdogan se encargó de coordinar cada uno de sus pasos con los Estados Unidos y Europa, convencido que el régimen sirio estaba condenado a caer, apostando a jugar un papel en darle forma a otro régimen que sucedería al de Assad, y presentándose el mismo como un modelo islamista “democrático” aceptable a occidente. Y después de que los eventos se han desarrollado y llegado hasta la actual situación en Siria, él fue sistemáticamente usado por los estadounidenses para transmitirle mensajes a Assad –mensajes que se podrían resumir como, “reformar ahora o dejar el poder”. Él está muy consciente de que tal condición no puede ser cumplida. La violencia no parará, ya que ha traspasado la fase de confrontación entre las fuerzas de seguridad y las protestas pacíficas de los manifestantes convirtiéndose en una lucha entre los combatientes armados a quienes Damasco califica de “terroristas” y el ejército de Siria. Otra razón es que, en este momento la reforma no es posible en Siria, como tampoco lo sería en ningún otro país. Además, las promesas hechas por Assad y las leyes que está redactando no están siendo aceptadas por la oposición, como tampoco por los países de occidente quienes las consideran una “provocación”, como lo expreso el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Alain Juppé.

No es verdad que Davutoglu no le haya transmitido a Assad el mensaje de EEUU. Y no es verdad que la advertencia dirigida a él por Erdogan de “reformar dentro de 15 días o enfrentar terribles consecuencias” fuera una advertencia de Ankara solamente. Más bien, tal advertencia resume las posturas de los europeos y los norteamericanos, como también las de los árabes, pero con una elocuencia turca islámica la cual ambos occidente y el oriente entienden muy bien. Además, los Estados Unidos, por muchas razones, preferirían arribar a un consenso por medio de la “comunidad internacional, incluyendo a los países árabes”, siendo la más importante el hecho de no querer tomar decisiones “unilateralmente. Ciertamente, los EEUU han aprendido de su experiencia en Iraq. Y aquí lo tenemos con las fuerzas de la OTAN y el apoyo de algunos países árabes haciendo la guerra en Libia, sin cargar el solo con la culpa por la matanza de civiles y por el fracaso de la guerra en derrocar a Gaddafi y propagar la democracia.

Turquía se está preparando para liderar el cambio en Siria y el Medio Oriente, creyéndose  estar cualificada para hacerlo así. Efectivamente, es aceptable para ambos el Mundo Musulmán y Occidente, y sus relaciones con Israel ya no representan un obstáculo después de que “la amenaza del Estado hebreo se ha disipado”, sumándole a esto el hecho de que su situación es ideal para confrontar a Irán y su influencia.

Turquía ha retornado a la región por la puerta de Siria, y tiene la ambición de consagrar su estatus de liderazgo cambiando a un régimen que no está de acuerdo con su “islamismo democrático”, como tampoco con su papel del brazo de la OTAN. En cuanto a las legítimas y urgentes demandas del pueblo sirio, ni Erdogan, ni los Estados Unidos, ni Europa, las cumplirán.



Traducido del inglés por Marvin Najarro










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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