miércoles, 24 de julio de 2013

EL LEGADO MANCHADO DE MANDELA



“Usted le puede poner el sello que a usted le guste”, contestó… “pero, para este país, privatización es la política fundamental”.

Eso es lo opuesto a lo que usted dijo en 1994”

“Usted tiene que entender que cada proceso incorpora un cambio”.


EL LEGADO MANCHADO DE MANDELA


Por John Pilger

Del apartheid al neoliberalismo en Sudáfrica

Cuando reportaba desde Sudafrica en los 1960, el admirador nazi Johannes Vorster ocupaba la residencia del primer ministro en Cape Town. Treinta años más tarde, mientras esperaba en el portal, era como si los guardias no habían cambiado. Afrikáners[1] blancos revisaron mis documentos de identificación con la confianza de hombres seguros en sus trabajos. Uno de ellos llevaba una copia de la autobiografía de Mandela, Long Walk to Freedom (Larga marcha hacia la libertad), “es muy inspirador”, dijo.

Mandela recién se levantaba de su siesta de la tarde y se mostraba soñoliento, los cordones de sus zapatos estaban desatados. Entró al salón tambaleante y vistiendo una camisa dorada brillante. “Bienvenido”, dijo el primer presidente de Sudáfrica democrática, rebosante de alegría. “Tiene que entender que es un gran honor haber sido proscrito de mi país por treinta años”. La gracia genuina y el encanto del hombre lo hacían sentir a uno bien. Se sonrió entre dientes a cerca de su elevación a  categoría de santo. “Ese no es el trabajo que yo solicité”, dijo secamente.

A pesar de ello, él estaba muy acostumbrado a entrevistas deferenciales y fui sermoneado varias veces –“olvidó completamente lo que dije” y “ya le he explicado ese asunto”. Al no tolerar critica alguna al Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en ingles), el reveló algo del porque millones de sudafricanos lloraran su partida pero no su “legado”.

Le había preguntado por q las promesas que él y el CNA habían hecho al salir de prisión en 1990 no habían sido cumplidas. El gobierno de liberación, Mandela había prometido, tomaría bajo su mando la economía del apartheid, incluyendo los bancos –y “un cambio o modificación de nuestra visión con respecto a esto es inconcebible”. Una vez en el poder, la política oficial del partido para terminar con el empobrecimiento de la mayoría de sudafricanos, el Programa de Reconstrucción y Desarrollo (RPD, por sus siglas en ingles), fue abandonado, con uno de sus ministros fanfarroneando que las políticas del CNA eran Thacheristas.

“Usted le puede poner el sello que a usted le guste”, contestó… “pero, para este país, privatización es la política fundamental”.

Eso es lo opuesto a lo que usted dijo en 1994”

“Usted tiene que entender que cada proceso incorpora un cambio”.

Entre la gente común y corriente de Sudáfrica, unos pocos se enteraron que este “proceso” había empezado en la más alta secretividad más de dos años antes de que Mandela fuera liberado, cuando el CNA en el exilio había, en efecto, negociado un acuerdo con miembros prominentes de la elite Afrikáner en una mansión, (Mells Park House) en las proximidades de Bath. Los principales impulsores fueron las corporaciones que habían apoyado el apartheid.

Durante ese mismo periodo de tiempo, Mandela estaba conduciendo sus propias negociaciones secretas. En 1982, había sido trasladado  de Robben Island a Pollsmoor Prison, en donde podía recibir y entretener a sus visitas. La finalidad del régimen del apartheid era dividir el CNA, entre los “moderados” con quienes ellos podrían “negociar” (Mandela, Thabo Mbeki y Oliver Tambo) y aquellos en los municipios vanguardistas que lideraban el Frente Democrático Unido (UDF en inglés). En julio 5 de 1989, fue sacado en secreto de la prisión para reunirse con P.W Botha, el presidente de la minoría blanca conocido como, Groot Krokodil (el Gran Cocodrilo). Para Mandela fue un deleite que Botha sirviera el té.

El apartheid racial llegó a su fin con las elecciones democráticas en 1994, y el apartheid económico adquirió un nuevo rostro. Durante los 1980, el régimen de Botha le había ofrecido a los empresarios negros prestamos generosos, permitiéndoles establecer compañías fuera de los Bantustans[2]. Una nueva burguesía negra emergió rápidamente a la par con un rampante favoritismo. Los jefes del CNA se mudaron a mansiones en “campos de golf y haciendas”. Mientras las disparidades entre blancos y negros se estrecharon, estas se ensancharon entre negros y negros.

El refrán familiar de que la nueva riqueza  se “desaminaría lentamente” y “crearía trabajos” se extravió en la sospechosa fusión de empresas y en la “restructuración” que resultaron en la perdida de trabajos. Para las compañías foráneas un rostro negro en la mesa de directores aseguraba que nada había cambiado. En el 2011, George Soros dijo en el Foro Económico de Davos, “Africa del Sur está en las manos del capital internacional”.

En los municipios  la gente apenas experimentó el cambio y fue sometida a desalojos típicos de la era del apartheid; algunos expresaban su nostalgia por el “orden” del antiguo régimen. Los logros del post apartheid en desegregar la vida diaria en Sudáfrica, incluyendo las escuelas, fueron socavados por los extremos y corrupción de un “neoliberalismo” al cual el mismo CNA se consagró. Esto condujo directamente a crímenes de Estado, tales como la masacre de 34 mineros en Marikana en el 2012, la cual evocó la infame masacre de Sharperville hace más de medio siglo. Ambas habían sido protestas que demandaban justicia.

Mandela,  también,  fomentó el compadrazgo en sus relaciones  con gente blanca muy rica del mundo de las corporaciones, incluyendo aquellos que se habían beneficiado del apartheid.  Él lo vio como parte de la “reconciliación”. Quizás él y su amado CNA  habían estado en la lucha y el exilio por mucho tiempo que, estuvieron dispuestos a aceptar y coludirse  con las fuerzas que habían sido las enemigas del pueblo.  Pero estaban aquellos quienes genuinamente anhelaban un cambio radical, incluyendo algunos miembros del Partido Comunista Sudafricano, sin embargo, fueron las misiones cristianas y su poderosa influencia las que probablemente dejaron la huella más indeleble. Los blancos liberales en casa y en el exterior se entusiasmaron con esto, a menudo ignorando o acogiendo la renuencia de Mandela a especificar una visión coherente, como lo habían hecho Amílcar Cabral y  Pandit Nehru.

Irónicamente, ya en retiro Mandela pareció cambiar, alertando al mundo sobre los peligros que representaban George W. Bush y Tony Blair  en un ambiente post 9/11. La descripción de Blair, como el “ministro de relaciones exteriores de Bush” fue traviesamente calculada; su sucesor, estaba a punto de arribar a Londres para reunirse con Blair. Me pregunto cuál sería su opinión sobre el reciente “peregrinaje” a su celda en Roben Island por parte de Barack Obama, el implacable carcelero de Guantánamo.

Mandela se mostró infaliblemente gentil. Cuando la entrevista había terminado, el me dio unas palmaditas en el brazo, como diciéndome que estaba perdonado por haberlo contradecido.  Caminamos hacia su Mercedes plateado en el cual su pequeña cabeza cana se consumió entre la manada de hombres blancos con armas enormes y dispositivos electrónicos en sus oídos. Uno de ellos dio una orden en Afrikaans y él desapareció.



Traducido del inglés por Marvin Najarro


El filme de John Pilger, Apartheid Di Not Die, puede ser visto en http://www.johnpilger.com/






[1] Los afrikáneres o bóeres (también llamados bóers, afrikaanders, afrikaaners, burghers u holandeses del Cabo) son un grupo étnico de origen neerlandés cuya área de asentamiento se extiende fundamentalmente por territorios de Sudáfrica y de Namibia. Históricamente, la identidad de este pueblo ha pivotado sobre dos elementos fundamentales: la lengua afrikáans, derivada del neerlandés, y la religión calvinista.
La comunidad afrikáner tuvo su origen en la colonización neerlandesa del área del Cabo de Buena Esperanza, que comenzó a mediados del siglo XVII y conllevó una lenta pero constante inmigración hacia África del Sur de colonos europeos procedentes fundamentalmente de Holanda, pero también de Francia y del Norte de Alemania. (Wikipedia)

[2] Bantustán es el término que designa cada uno de los veinte territorios que operaron como reservas tribales de habitantes no blancos en Sudáfrica y África del Sudoeste (actual Namibia), en el marco de las políticas segregacionistas impuestas durante la época del apartheid. Tanto en la República Sudafricana como en el territorio aledaño de África del Sudoeste (por entonces, bajo su ocupación y administración), se establecieron diez reservas de esta clase, destinadas a alojar y concentrar en su interior poblaciones étnicamente homogéneas. (Wikipedia)










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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