viernes, 28 de noviembre de 2014

1981: Detención, tortura y muerte en la Zona Militar de Jutiapa, Guatemala

Los “confidenciales” o delatores hacían su trabajo y fueron cayendo uno a uno personas de gran utilidad ciudadana como los maestros, estudiantes y campesinos organizados de la Montaña de Jutiapa y de Cerro Grande, aldea al oriente de Jutiapa. Todo mundo sabía para dónde se llevaban a los secuestrados y que de allí no salían: la Zona Militar de Jutiapa. Pero todos lo callaban por temor, por miedo, por el horror a la tortura y la muerte.


1981: DETENCIÓN, TORTURA Y MUERTE
EN LA ZONA MILITAR DE JUTIAPA, GUATEMALA


Por María de los Ángeles Roca

Jutiapa es un departamento de la región sur-oriental de Guatemala, que hace frontera con dos departamentos del oeste de El Salvador (Santa Ana y Ahuachapán) y donde por esos años el Frente Occidental Feliciano Ama, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, impulsaba la guerra popular revolucionaria escondiéndose entre los cafetales, como única y atípica cobertura boscosa, para impulsar una guerra de guerrillas que por esos años era cruenta y generalizada por los dos bandos y que amenazaba la frontera oriental-sur de Guatemala. En ese contexto de guerra total,  aunaron planes militares conjuntos contrainsurgentes los dos ejércitos nacionales centroamericanos, golpeaban a los movimientos sociales identificados no necesariamente con la lucha armada sino con la instauración de una democracia burguesa, pues eran todavía muchas las personas que creían en el arevalismo y arbencismo como vía para la gestión social. 

La baja intensidad del conflicto en esa zona geográfica centroamericana, principalmente la guatemalteca; dio lugar a que la infinidad de crímenes que se cometían contra la población civil pasaran desapercibidos, invisibilizados, contrario a lo que ocurría en el nor-occidente de Guatemala, principalmente en el área ixil del Quiché y en la Baja y Alta Verapaz, donde los crímenes era de tal magnitud que resultaban inocultables. En ese proceso de guerra Jutiapa fue una reserva político-militar para las fuerzas en lucha en Guatemala; el Ejército y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG. Para el Ejército la Zona Militar general Aguilar Santa María (su nombre por esos años, hoy es una brigada) era el principal centro de entrenamiento de las tropas remitidas a las zonas de conflicto noroccidental y, más que a matar guerrilleros, se abocaban a la tarea de masacrar población civil desarmada, supuestamente vinculados o simpatizantes con las fuerzas insurgentes, extremos que nunca se comprobaban, sino que simplemente se presumían, con el fin de hacer efectiva la vieja táctica de “quitar el agua al pez”. Para URNG el territorio de Jutiapa era también una reserva político-militar. Aquí, donde la guerra no era tan virulenta, funcionaban escuelas de formación política marxista y de entrenamiento militar en casas de seguridad de las cuatro organizaciones guerrilleras, siendo las de mayor presencia, la del Partido Comunista de Guatemala o Partido Guatemalteco del Trabajo y sus tres variantes, divididas, intolerantes y en pugna: los de la Comisión Política que presumían de intelectuales (de tipo ortodoxo soviético), la Comisión Militar (que solo hablaban de la guerra pero no la hacían) y la Juventud Patriótica del Trabajo, JPT, responsables de las actividades “amplias”, no clandestinas y, por lo tanto, más fáciles de golpear por su inexperiencia, por su hegemonismo exhibicionista (como el Frente Cultural de la JPT que funcionaba en el Instituto de Magisterio 2 de Junio, en esos años tipo escuelas rurales de Ayotzinapa de Guerrero, México, donde se daban en los cursos de cuarto a sexto grados algún toque marxista por uno que otro maestro progresista) y por conducir un movimiento estudiantil revolucionario que adolecía de una terrible falencia pequeño burguesa propio de muchos movimientos de estudiantes: cero vinculación con el campesinado, con el cual hubieran podido fortalecer la guerra popular revolucionaria y no circunscribirla a las declamaciones u obras teatrales de denuncia, que al final eran poco efectivas para golpear a un enemigo sanguinario, pero sí muy funcionales para revelar quiénes eran los activistas,  por lo que de manera irresponsable difundían propuestas evidenciadoras. Ponían en alerta, provocaban a los enemigos históricos y no tenían capacidad militar para responderles a la hora de un ataque. Esa falencia de seguridad cundía en todos los niveles del PGT, con el agravante de responsables “irresponsables” como José Privado (Chepe Privado)  quien se guardaba en sus bolsillos cuanto recurso le canalizaban y le bajaba los calzones a toda compañera desprevenida. Conducido de esa manera un movimiento revolucionario, los golpes del enemigo estaban a la vuelta de la esquina. Y así sucedió. 

No era fácil para las distintas fuerzas de inteligencia, ad honorem o con paga, identificar a los militantes o simpatizantes. De allí que a partir de 1980 y principalmente 1981 empezaron a recibir los embates de las fuerzas de seguridad todas las organizaciones que tenían presencia en Jutiapa, principalmente las de la cabecera departamental. Los más golpeados, obviamente, empezaron a ser los del PGT y sus tres corrientes delirantes, tan propias de todos los partidos comunistas de América Latina. Los malos signos de los tiempos empezaron en Jutiapa con el descuartizamiento de la Gatita Medina, cuyos intestinos y miembros fueron esparcidos en una estación de gasolina, ante el horror de los vecinos del Barrio Cerro Colorado. Los secuestros fueron dándose exponencialmente y el asesinato selectivo de igual manera. Todos los vecinos de la pequeña ciudad, centro de operaciones políticas de la variante suroriental de URNG, vivían el terror contrainsurgente. Los ojos y oídos del Estado represor estaban aguzados. Prestos a denunciar ante la mínima sospecha. Los “confidenciales” o delatores hacían su trabajo y fueron cayendo uno a uno personas de gran utilidad ciudadana como los maestros, estudiantes y campesinos organizados de la Montaña de Jutiapa y de Cerro Grande, aldea al oriente de Jutiapa.

Cerro Gordo, cara occidental, sitio de extracción de arena volcánica y lugar de posibles enterramientos.
Todo mundo sabía para dónde se llevaban a los secuestrados y que de allí no salían: la Zona Militar de Jutiapa. Pero todos lo callaban por temor, por miedo, por el horror a la tortura y la muerte. Un día, un campesino buscaba dos vaquillas perdidas en las colindancias de los señores Alberto Peñate y Eladio Lemus y pese a la prohibición expresa que había de no entrar en las estribaciones del pequeño accidente geográfico conocido como “Cerro Gordo”, que funcionaba como polígono de tiro de la infantería y artillería de la Zona Militar general Aguilar Santa María, el campesino se aventuró a buscarlas en ese lugar. Fue moviéndose entre los altos zacatales que están frondosos por el mes de noviembre, apenas acabado el régimen de lluvias; cuando de sopetón fue a encontrar en una depresión natural del cerro, por una arena, en la estribación occidental del Cerro Gordo, con un número considerable de cadáveres (85 o 100) cubiertos con abundante cal para momificarlos y evitar la emanación de malos olores. No se veían de lejos por la hondonada. O daban también la impresión de ser demarcaciones para los ejercicios de tiro, ya que todas las señalizaciones en el cerro estaban hechas de piedras pintadas con cal. Presto se regresó a su casa y jamás contó a nadie de su familia lo que había visto. No cabe pues,  la menor duda, que allí se encuentran todos los desaparecidos de Jutiapa y de otras partes del país pues hubo zonas militares congestionadas de gente, de secuestrados, como en occidente y otras, como las de Jutiapa, con menos “ocupación”. 

En la Zona Militar de Jutiapa nunca se ha investigado asuntos relacionados con tumbas clandestinas, hasta que ahora, este anciano a punto de morir, quiso contar lo que vio hace 33 años. No cabe la menor duda que los esbirros oficiales y los infames “voluntarios” como “Palomona Hernández” (quien por su sobrepeso gustaba de  a aplasta el tórax y el abdomen de los infelices que cayeran en sus manos, los cuales morían por compresión) Presbítero Alay, de oficio carnicero y abigeo, quien era dado a filetear a sus víctimas,  el “Indio Navichoque”, policía “rebajado” de la Policía Nacional (hoy ministro evangélico y con dones de sanación y predicación); Jacinto, ex jefe de la Policía Nacional ladrón y asaltante; andan por allí libres, en total impunidad, sin que 33 años después les hayan echado el guante por crímenes contra la humanidad.

Cerro Gordo, cara norte, polígono de tiro de la antigua Zona Militar General Aguilar Santa María.
La Zona Militar General Aguilar Santamaría fue un centro del horror y deben encaminarse las acciones para identificar, ciertamente, ese tiradero de cadáveres donde muchas familiares podrían encontrar a sus desaparecidos y exhortar a las personas en la cultura de la denuncia, porque luego de 33 años denunciar un hecho, poco se puede hacer. Pero algo es algo, en este lugar de Guatemala oriental marcada hasta hoy por la cultura del silencio y el horror.



María de los Ángeles Roca es una periodista independiente e investigadora social guatemalteca residente en Arizona.






Publicado por LaQnadlSol
USA.

1 comentario:

José M. López Sierra dijo...

No es verdad que hay 3 opciones de estatus político para Puerto Rico

El gobierno de Estados Unidos (EEUU) le ha hecho creer a muchos puertorriqueños que existen 3 opciones de estatus político para Puerto Rico. ¡Eso, no es cierto! EEUU quiere con eso poner a los puertorriqueños a pelear entre nosotros mismos. ¡Su estrategia ha sido genial! Tenemos 116 años como colonia de EEUU y la evidencia de que el 80% de los puertorriqueños salen a votar en las elecciones coloniales demuestra que la gran mayoría de nosotros todavía no nos hemos dado cuenta de ese embuste.

En realidad, solo hay una opción. ¡Eso lo dice la ley internacional a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU)! La ONU determinó en el 1960 que el coloniaje es un crimen en contra de la humanidad. Desde entonces, la ONU le ha pedido al gobierno de Estados Unidos que inmediatamente descolonice a Puerto Rico. Eso quiere decir que el gobierno de EEUU está obligado a entregarle a Puerto Rico a soberanía que ilegalmente le quitó como resultado de su invasión militar del 25 de julio de 1898.

EEUU, hasta hoy, ha ignorado las 33 resoluciones de la ONU para descolonizar a Puerto Rico. Para esconder eso, y para aparentar ser democrático, EEUU ha querido empujarnos plebiscitos para que los puertorriqueños decidan si queremos continuar siendo su colonia, convertirnos en un estado de EEUU, o descolonizarse (independencia) como lo ha determinado la ONU.

El problema con los plebiscitos que empuja EEUU es que:

1. No cumple con la ley internacional de que una nación no puede tener una colonia.
2. No cumple que la solución de la ley internacional es que la nación que tiene la colonia tiene que entregarle su soberanía.
3. No cumple con la ley internacional en cuanto a que para decidir libremente lo que quiere un pueble, primero tiene que ser libre (descolonizado).
4. Tiene 2 opciones que va en contra de lo que un pueblo colonizado puede escoger- continuar siendo una colonia e integrarse al imperio. Solo la opción de integrase al imperio sería posible cuando la colonia primero tenga su soberanía y luego lo decida así.

Por eso, tenemos que hacer 3 protestas anualmente hasta lograr que EEUU cumpla con la descolonización inmediata de Puerto Rico.

José M López Sierra
www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com