sábado, 12 de septiembre de 2015

La victoria pírrica del movimiento social guatemalteco

Mucho se ha dicho a través de los medios corporativos de prensa sobre el papel preponderante que jugaron las masas indignadas, fresquecitas después de su apoteósica victoria al haber obligado al presidente a renunciar, en derrotar de manera aplastante no solo a la corrupción, sino también el abstencionismo en las elecciones del 6 de septiembre. Sin embargo, un análisis de los resultados demuestra que ni la corrupción fue derrotada como tampoco el abstencionismo derrotado de manera contundente. En cuanto a lo último tenemos que, de los 7 millones y medio de guatemaltecos aptos para votar, el abstencionismo, el voto nulo y el voto en blanco equivalen al 35.74%, al final, los sufragantes reales. El FCN con 1,159, 804 votos hace el 15%, UNE con 955,561 votos hace el 12.6% y LIDER, el partido infame, hace con 951,008 votos el 12.5%. Estos porcentajes fueron emitidos por el Tribunal Supremo Electoral el 7 de septiembre de 2015, a las 18:50 horas. Es bastante obvia la “representación popular” que estos partidos tienen. Resultados muy a gusto, aplaudidos y legitimados por Occidente. Lo que hizo el movimiento social estuvo bien, lo que hizo mal fue cómo votó.


LA VICTORIA PÍRRICA
DEL MOVIMIENTO SOCIAL GUATEMALTECO


Por Luciano Castro Barillas

No deja de ser desconcertante, aunque explicable, que luego de las jornadas de protesta pacífica de los ciudadanos guatemaltecos, principalmente en la ciudad capital de Guatemala y por sectores sociales representados por las capas medias urbanas, ocho días después de la defenestración de un régimen militarista, el pueblo guatemalteco erija como ganador del proceso de las elecciones al comediante Jimmy Morales, una persona que no personifica realmente el antivoto, el outsider, la incertidumbre o la desconfianza hacia un sistema político tradicionalmente corrupto. Esos vocablos inventados por los tecnócratas del análisis político no son del todo acertados.

La lógica se resiste a este despropósito. Y la causa no es tan compleja sino asunto de sentido común: no cabe la menor duda que el partido político más “prestigioso” entre los guatemaltecos sigue siendo el ejército de Guatemala. Que las botas y las charreteras siguen generando el suficiente atractivo entre los electores al punto que, teniendo opciones de izquierda y centro izquierda para escoger, decantan hacia el mismo pasado que ha destruido la felicidad del 70% de guatemaltecos hundidos en la extrema pobreza. Una epistemología del caso, una teoría del conocimiento acerca de esos hechos, nos lleva a entender que pese al reclamo moral (no ético, pues la ética es la teoría de la moral) de grandes sectores sociales por las descaradas acciones de corrupción de gobernantes elegidos para hacer todo lo contrario; no es realmente la ignorancia invencible ni la ignorancia política la que hace al guatemalteco inclinarse por el conservadurismo a la hora de votar. Es un sustrato ideológico profundo, una especie de imaginario colectivo, una necesidad de respaldo; lo que le hace al guatemalteco elegir mal y en contra de sus intereses de clase. Es la profundidad de las prácticas corruptas alimentadas de mil maneras por el sistema que le ha hecho individualista, posición que no le permite ver perspectivas sociales como camino para construir un mejor país y por eso son los resultados, digamos, desconcertantes.

Pero más a profundidad, la verdadera razón de que se haya elegido a Jimmy Morales, representante de militares agazapados en un principio y que ahora empiezan a dar la cara; es que el “movimiento social” está integrado por capas medias afectadas en sus intereses. El empobrecimiento, la depauperación de los sectores profesionales medios y universitarios, esas capas medias que se debaten en la crisis existencial de aspirar a vivir como la burguesía y desprecian a los sectores populares, les movilizó definitivamente. Han sido excluidos de los circuitos de los negocios políticos y como burócratas algunos o en ejercicio de profesiones liberales otros; la distribución de la riqueza no les llega como ellos quisieran. De allí que se quiere exhibir como paradigmático y ejemplar lo de las movilizaciones pacíficas, tan aplaudidas por los Estados Unidos y la Unión Europea, además de los grupos corporativos moderados del empresariado guatemalteco que, a regañadientes y cuando vieron que venía lo inevitable, apoyaron tímidamente y con muchos ambages las protestas de las capas medias.

El respaldo al Ministerio Público y a la CICIG indudablemente se planteó como una necesidad y no necesariamente hubo indicaciones del imperialismo sobre qué hacer o cómo hacer al ente fiscalizador y a la comisión de Naciones Unidas, aunque la tarea de defenestración en gran medida fue realizada por el organismo internacional. Lo que sucede es que hay coincidencias en tiempos, espacios y voluntades de arreglar estos graves problemas del Estado guatemalteco. La sociedad porque se corrija lo básico en cuanto a la administración del Estado y los Estados Unidos muy interesado en sus inversiones en el marco del Plan para la Prosperidad del triángulo norte. Pero no debemos confundirnos en esta valoración: lo hecho por las movilizaciones sociales de las capas medias estuvo bien, lo que estuvo mal fue cómo votó. Era si el temor o aprensión era mucha, votar por opciones del centro, pero vamos, votar por la intolerancia criminal del pasado como lo son los señores de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala, AVEMILGUA, cuya generación se encargó de torturar, masacrar y desparecer a miles de guatemaltecos; francamente, más que un ejercicio antilógico y antihistórico, porque la rueda de la historia se atasca en el atolladero del posicionamiento político de los últimos 61 años; es el ejercicio de la ausencia de sindéresis, de la falta de discernimiento, de las pocas luces que al parecer alumbran el pensamiento de los guatemaltecos electores de una opción despreciable.


No es asunto de la cantidad de votos, sino de la actitud que entraña el hecho de votar en las condiciones en que la hicieron miles de guatemaltecos. El influjo emocional a cuatro días de sacar a un presidente debió haber sido una de las razones para el entusiasmo político por opciones que no fueran militaristas. Ese voto por la derecha recalcitrante asombra a la comunidad internacional. Y tienen las formaciones políticas de izquierda que buscar, crear, la empatía política con los sectores populares; los únicos que por no tener nada, no tienen nada que perder, a no ser la vida. Y han sido fáciles de ganar, de transformarlos en seguidores, igualmente por el vergonzoso régimen de las dádivas o clientelismo, que hace estragos en la conciencia de los miserables. Las cifras reales son otras, pues de los 7 millones y medio de guatemaltecos aptos para votar, el abstencionismo, el voto nulo y el voto en blanco equivalen al 35.74%, al final, los sufragantes reales. El FCN con 1,159, 804 votos hace el 15%, UNE con 955,561 votos hace el 12.6% y LIDER, el partido infame, hace con 951,008 votos el 12.5%. Estos porcentajes fueron emitidos por el Tribunal Supremo Electoral el 7 de septiembre de 2015, a las 18:50 horas. Es bastante obvia la “representación popular” que estos partidos tienen. Resultados muy a gusto, aplaudidos y legitimados por Occidente. Lo que hizo el movimiento social estuvo bien, repito, lo que hizo mal fue cómo votó.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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