viernes, 27 de enero de 2017

Trump va a intentar aplastar el triángulo China-Rusia-Irán... Aquí las razones por las qué fallará

La estrategia de Henry Kissinger, el gurú no oficial de la política exterior de Trump, es una mezcla de "equilibrio de poder" y "divide y vencerás". Consistirá en seducir a Rusia para alejarlo de su socio estratégico China, mantener a China constantemente en una especie de alerta roja, y mantener en la mira al Estado Islámico mientras continúa hostigando a Irán.


TRUMP VA A INTENTAR APLASTAR EL
TRIÁNGULO CHINA-RUSIA-IRÁN... AQUÍ
LAS RAZONES POR LAS QUÉ FALLARÁ


Por Pepe Escobar

China, Rusia e Irán son los tres actores claves de lo que promete ser el Siglo Eurasiático.

Donald Trump puede ser el joker, el tonto, el as de espadas, el último timador. Lo que nadie puede decir con certeza es cómo este camaleón seducirá, amenazará, dividirá y amenazará a estos tres países en su intento por "Hacer América Grande de Nuevo".

Teniendo en cuenta la composición de su gabinete, así como su locuaz twitter , el mundo según Trump ve el islam radical como la amenaza No 1, seguido por Irán, China y Rusia.

La estrategia de Henry Kissinger, el gurú no oficial de la política exterior de Trump, es una mezcla de "equilibrio de poder" y "divide y vencerás". Consistirá en seducir a Rusia para alejarlo de su socio estratégico China, mantener a China constantemente en una especie de alerta roja, y mantener en la mira al Estado Islámico mientras continúa hostigando a Irán.

Todo esto tiene el potencial de producir, espléndidamente, un resultado no deseado. Incluso un verdadero "reajuste" con Rusia, no el de Hillary Clinton, no está exactamente asegurado.

Rex Tillerson, seleccionado por Trump para secretario de Estado, podría de hecho ser una cifra, un negociador privilegiado de ExxonMobil, o un caballo de Troya para los puntos de vista de Kissinger. Tillerson es un miembro del centro de estudios de línea dura, Centre for Strategic and International Studies, junto con Kissinger.

Así que veamos cómo el teatro de sombras  de Kissinger podría desarrollarse en el nuevo tablero del ajedrez geopolítico.

Trump comienza enfrentado ya a los vastos y poderosos aparatos de inteligencia de Estados Unidos. El "estado profundo" estadounidense -el complejo militar-industrial que sobrevive sin importar qué partido político esté en el poder- requiere de una amenaza existencial para operar. Y esa amenaza, según el Pentágono, es Rusia.

La siempre cambiante "guerra contra el terror" está muerta. La nueva normalidad, como lo demostró la administración Obama, es la segunda guerra fría.

Todo depende de cómo -y si- Trump es capaz de infligir dolor en el estado profundo de Estados Unidos, y cómo esto podría afectar sus inclinaciones imperialistas "humanitarias".

La estrategia de Kissinger implica tener relaciones más cercanas con Rusia, mientras trata de engatusar a Moscú para que traicione a su aliado eurasiático, Irán. Es poco probable que Moscú traicione a Irán, y de seguir con esa estrategia sólo exacerbará el conflicto de Trump con el estado profundo.

Sin embargo, una solución Trumpiana ya está en las cartas; no más sanciones estadounidenses contra Rusia, si Moscú y Washington gestionan un mecanismo común para aplastar al Estado Islámico, así como un nuevo marco para el desarme nuclear.

Hay un optimismo moderado en Moscú, que la perspicacia empresarial de Trump finalmente lo llevará a descartar la contraproducente política de la contención de Rusia, liberándola para beneficiarse del verdadero negocio en Eurasia: integración económica, a través de la iniciativa comercial de Pekín, One Belt, One Road centrada en China y la Unión Económica Eurasiática.

Percibiendo una apertura creíble, Moscú ha invitado al gobierno de Trump -representado por el asesor de seguridad nacional Michael Flynn- a unirse a las conversaciones de paz sirias en Astana, Kazajstán, junto con Irán, Turquía y el régimen de Bashar al-Assad, sólo tres días después de la inauguración de Trump.

Rusia e Irán están trabajando en conjunto en Siria. Rusia ha hecho una campaña activa para llevar a Irán a la Organización de Cooperación de Shanghai, el grupo de seguridad regional. El comercio bilateral -desde energía a ferrocarriles, minería y agricultura- está en auge. Rusia e Irán están dispuestos a abandonar el dólar de EE.UU y usar riales y rublos para el comercio. Esto significa evadir la favorita y habitual arma estadounidense: las sanciones. Por lo tanto, traicionar a Teherán está fuera de toda discusión para Moscú.

Trump, a pesar de toda su retórica, no puede renegociar el acuerdo nuclear de Irán firmado por los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania en 2015. Teherán ha cumplido con todas sus obligaciones. Trump tampoco puede cumplir su promesa de campaña de aplastar al Estado islámico sin Irán. En lugar de su ejército de generales iranófobos, sería mejor escuchar al Consejo Nacional Iraní Americano en Washington, que realmente entiende los intereses de Teherán en Siria, Irak, Afganistán y la volátil guerra fría Irán-Arabia.

Y la actitud de Trump de "ponerse duro" con China chocará con el muro el muro de los BRICS. La próxima cumbre entre las cinco principales economías de mercados emergentes (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) será en Xiamen, sureste de China, el próximo otoño, y los anfitriones presionarán por una mayor integración.

Los generales de Trump también tendrán que informarle que Estados Unidos no puede permitirse una guerra en el Mar de China Meridional o en el Pacífico Occidental, guerras que no tendría ninguna garantía de ganar.

Los asesores de Trump, incluso los sinofobos, le habrán dicho que Taiwán y el Mar de China Meridional son las principales prioridades de Beijing.

Como dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores de Pekín: "El principio de una sola China... no es negociable".

Luego está el arancel del 45 por ciento que podría ser aplicado a los productos chinos y las posibles cuotas de importación. Los estudiosos chinos han concluido que son los Estados Unidos los que tienen más que perder en una guerra comercial.


Después de la clase magistral de Xi Jinping en Davos, ¿es eso todo lo que hay? Kissinger, de 93 años, mejor sería que empezara de nuevo.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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